En el corazón de Emilia-Romaña, donde las colinas italianas guardan secretos de motores legendarios, Pagani revela una pieza que parece salida de un sueño: el Huayra Codalunga Speedster. No se trata de un automóvil más en la colección de la firma, sino de una oda a la belleza esencial, a la pureza de las líneas y a la ligereza que remite a la edad dorada del automovilismo.
Inspirado en los prototipos de competición de mediados del siglo XX, este Speedster es la interpretación descapotable del Codalunga coupé, un modelo que ya había sido reconocido internacionalmente por su diseño en los más selectos escenarios de elegancia automotriz. Su silueta alargada, esbelta y libre de ornamentos superfluos busca capturar aquella época en que la velocidad no estaba reñida con la poesía de la forma.
Su perfil comienza con un parabrisas bajo y curvado, continúa con ventanillas que evocan a los bólidos de Le Mans y culmina con un techo removible que dibuja la perfección de una gota de agua. Cada superficie fluye con una naturalidad que solo es posible gracias a materiales como el Carbo-Titanium y Carbo-Triax, donde la ingeniería se transforma en arte.
El interior confirma la filosofía de Horacio Pagani: artesanía sin concesiones. Pieles trabajadas a mano, metales esculpidos con la precisión de un joyero y un bordado inspirado en la icónica firma de cuatro escapes de la casa. Un detalle que toma prestado el lenguaje de la alta costura y lo traduce al universo automotriz con más de 450,000 puntadas hechas a mano, visibles en asientos, paneles y consola central.
En su corazón late un V12 biturbo de 864 caballos de fuerza, desarrollado en colaboración con Mercedes-AMG, capaz de alcanzar los 350 km/h. Sin embargo, lo que distingue al Codalunga Speedster no es solo su brutal desempeño, sino la armonía con la que une poder, estética y emoción.
Solo diez unidades verán la luz, cada una nacida del taller Grandi Complicazioni, donde la personalización no tiene límites y cada cliente escribe, junto al equipo de Pagani, su propia versión de la belleza. Un automóvil que no se conduce, sino que se vive como una obra de arte irrepetible.
Fotos: cortesía.
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