En el corazón de Polanco, donde la Ciudad de México despliega su faceta más cosmopolita, se encuentra Quintonil, el restaurante del chef Jorge Vallejo, que en poco más de una década se ha convertido en un referente indiscutible de la gastronomía contemporánea. Cruzar la puerta de Quintonil es entrar en un universo donde la cocina mexicana se reinventa con una mirada vanguardista y profundamente consciente de su identidad.
El nombre del restaurante evoca una hierba tradicional que simboliza lo esencial y lo cotidiano, pero bajo la visión de Vallejo se transforma en metáfora de sofisticación. Desde 2012, Quintonil se ha consolidado en el listado de The World’s 50 Best Restaurants, llegando a ocupar posiciones entre los primeros diez a nivel mundial. Este logro no responde a la búsqueda de reconocimiento, sino a un trabajo constante por elevar los sabores y productos locales al escenario global.
El menú de Quintonil es un mapa vivo de México. Ingredientes como el huauzontle, el maíz criollo, los insectos comestibles y los quelites se integran con técnicas contemporáneas que desafían la tradición sin perder su esencia. El icónico tartar de nopales con escamoles o el cangrejo de concha suave con mole verde de pepita son ejemplos de cómo la creatividad del chef transforma la memoria culinaria en un acto de innovación. Cada platillo es un equilibrio entre sutileza estética y potencia de sabor.
El ambiente acompaña a la perfección la experiencia. El espacio, sobrio y elegante, apuesta por la intimidad y la discreción, permitiendo que el protagonismo recaiga en la mesa. Detrás de este concepto está también la mano de Alejandra Flores, socia y esposa de Vallejo, quien ha convertido el servicio y la hospitalidad en un arte silencioso y sofisticado.
Más allá de la experiencia gastronómica, Quintonil refleja un compromiso con la sostenibilidad y el futuro de la cocina mexicana. Vallejo impulsa un sistema de abastecimiento con productores locales, fomentando una relación ética con la tierra y con quienes la trabajan. En un país donde la cocina es identidad, Quintonil logra proyectar esa riqueza en un lenguaje global que seduce a viajeros, críticos y comensales de todo el mundo.
Visitar Quintonil no es solo cenar en uno de los mejores restaurantes del planeta. Es adentrarse en un relato culinario donde la excelencia se define no por la ostentación, sino por la capacidad de transformar lo más íntimo de la tradición mexicana en una experiencia universal.
Fotos: cortesía.
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