PETROSSIAN: UN SIGLO DE PERFECCIÓN EN CADA PERLA DE CAVIAR

En el corazón de París, en 1920, dos hermanos de origen armenio transformaron para siempre la historia de la gastronomía mundial. Melkoum y Mouchegh Petrossian llegaron a la Ciudad de la Luz con un legado milenario: el arte de trabajar el caviar. Lo que comenzó como un pequeño boutique en el Boulevard de la Tour-Maubourg, pronto se convirtió en un santuario del gusto refinado. A más de un siglo, esa primera tienda sigue abierta, testigo vivo de una tradición que hoy continúa marcando la pauta en los círculos más exclusivos del planeta.

El caviar Petrossian no es un simple manjar; es la expresión más pura de un arte heredado de generaciones que perfeccionaron su savoir-faire en las orillas del mar Caspio. Con un rigor inquebrantable y secretos transmitidos en silencio, la familia supo captar el apetito parisino por lo excepcional, extendiendo pronto su propuesta hacia pescados ahumados y otras delicias. El resultado fue un lenguaje propio: el de la excelencia.

Lo fascinante del universo Petrossian no es solo el producto, sino el conocimiento detrás de cada perla negra. Así nació la figura del Caviarologist®, artesano del paladar, capaz de identificar matices casi imperceptibles. Como señala Armen Petrossian, hijo de Mouchegh y actual presidente de la Casa: 

“Los mejores huevos de esturión no hacen Petrossian; sin el ojo y el talento del artesano, no existe la obra de arte”.

Cada lote es evaluado con precisión, como si se tratara de un ritual. El ambiente, la pureza del agua y la dieta del esturión son factores que influyen en cada grano. De allí nacen las diferentes categorías: desde el clásico hasta el reservado más exclusivo, reservado únicamente para conocedores y suscriptores privilegiados. El camino es largo: de la granja a la lata, y de la lata a la mesa, siempre bajo la mirada experta de quienes llevan en su ADN un siglo de tradición.

Hoy, Petrossian no solo es París. Sus boutiques y restaurantes en Nueva York y Los Ángeles mantienen el mismo espíritu con el que los hermanos iniciaron su travesía. Bajo la dirección de Armen y con la participación de sus hijos, Alexandre y Mikael, la cuarta generación ya se prepara para custodiar este legado. En cada degustación, en cada recomendación de maridaje —ya sea con blinis y crème fraîche o con un sorprendente chip de papa baja en sal—, se revela la misma promesa: que solo lo mejor del mundo lleva el nombre Petrossian.

Fotos: cortesía. 

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