En La Rochelle, donde el Atlántico se confunde con el horizonte, la historia de la familia Coutanceau se escribe con la tinta salina del mar. Christopher Coutanceau, chef de tres estrellas Michelin, y Nicolas Brossard, maestro del servicio y del vino, han convertido su pasión por el océano en una oda a la vida marina. Desde 2007, ambos dirigen una trilogía excepcional: el restaurante gastronómico Christopher Coutanceau, el bistró marino La Yole de Chris y el hotel Villa Grand Voile, todos bajo el sello de Relais & Châteaux.
La esencia de su cocina es un homenaje al respeto por el mar. Coutanceau, conocido como el chef-pescador, selecciona personalmente el fruto de la pesca artesanal local, defendiendo prácticas sostenibles y una gastronomía sin desperdicio. Su menú es una travesía sensorial: desde la icónica langosta bretona trabajada de la cabeza a la cola, hasta la sardina en todas sus formas —marinada, ahumada, convertida en helado o en recuerdo de infancia—, cada plato es una narrativa del océano hecha arte.
En la Villa Grand Voile, una antigua casa armadora de 1715 transformada en refugio contemporáneo, el lujo adopta la forma del silencio y la luz. Los tonos azul océano y los grises tormenta envuelven once habitaciones que evocan el vaivén del mar, mientras el servicio de Caroline Brossard redefine la hospitalidad como un arte íntimo.
Entre el rumor de las olas y el brillo del cristal en la mesa, La Rochelle se convierte en un destino de alma marina. Aquí, el lujo no se ostenta: se respira, se escucha, se degusta.
Fotos: Olivier Roux | Philippe Vaures.
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